viernes, 6 de septiembre de 2013

Happiness by the Kilometre (Maratón de Brisbane).

A veces cumplir con una meta puede resultar en un anticlímax. Pues, sí, después de tantos años de larga espera, llegamos a Australia. Y, bueno, aquí estamos y, por elección o convicción, aquí nos quedamos. Sin embargo, tal vez expectativas excesivamente altas, una transición que se está tornando demasiado larga o hasta un contexto bastante distinto a aquel en el que solemos desenvolvernos, han hecho que el tan esperado cambio no sea ni remotamente parecido al cambio que tanto teníamos previsto. No es del todo sorpresa que las cosas no salgan como esperamos pero nunca se puede dejar de ser optimista por más ingenuo que parezca serlo en determinada situación

Me recuerda un poco de una canción que se titulaba en inglés algo así como Felicidad en Kilovatios. Sin llegar al grado de pesimismo que abruma esa pieza, ni lamentarse por la situación en la que nosotros mismos nos hemos puesto, estamos comenzando una nueva etapa de nuestras vidas y tengo la certeza que ya pronto dejará de sentirse como una eterna transición. Pero como dice esa canción: "...con las cortinas adecuadas, la pintura adecuada y en el marco adecuado, tal vez esto pudiera realmente funcionar". 

En todo caso, el futuro se lo forja uno mismo y si algo creo que medianamente me ha quedado de las carreras de largo aliento es que de los bajones se aprende y, luego, se logra disfrutar mejor de hasta los más ínfimos logros. Creo que sin algunos declives, los altos no se llegan a valorar tanto. ¿Será que estamos agarrando impulso?

Mayde me dio un sacudón y me dijo que si no íbamos a entrenar para algún evento mientras nos instalábamos, pues que ella iba a hacer el Maratón de Brisbane. Yo ya le había comentado que no quería volver a correr en asfalto por un buen tiempo. Pero ella, la lógica y sensata de este par, optó por ignorarme y comenzó a entrenar y, yo, a regañadientes, pues la seguí. 

De repente, todo comenzó a tener sentido. Corríamos por una nueva ciudad y la conocíamos. Su vegetación, su río, sus puentes. Descubríamos un poquito de su carácter. Es ambiciosa pero al mismo tiempo le da como pena reclamar su lugar ante sus hermanas mayores. Es un pueblo con aspiraciones de ciudad grande y cualidades inmensas, pero conserva su humildad. Se tropieza con su propia historia pero da la sensación de que lo mejor debe de estar por venir.

Así, poco a poco, nos identificamos con ella. Los flamboyanes que tanto extrañábamos de Venezuela (sin dejar de pensar en el dicho/símil oriental de que la mujer es "como el flamboyán, después de que florece, echa vaina".) Su clima tropical. Aves parecidas a las nuestras mas no iguales (como la ibis de acá que nos parecía "descolorida").  La risa de la Kookaburra (¿Será que algún día dejará de infantilmente causarme gracia su nombre?). Nos dimos cuenta de que no se logra apreciar un sitio del todo hasta que se deja de comparar con otros lugares y se valora por sus propios rasgos.

Cada  entrenamiento largo que hicimos constituyó una pequeña aventura, un leve descubrimiento. Y si bien nos salía patear el asfalto, pues en toda oportunidad algún aprendizaje quedó. Al fin de todo esto, resultó ser el mejor entrenamiento que hemos hecho para un maratón. A lo largo de esas 16 semanas de entrenamiento, Mayde llegó a hacer sus mejores tiempos en 5k, 10k y media maratón. Entrenamos fuerte y vaya que iba a ser necesario.

Nos enteramos que muchos corredores locales optan por hacer los maratones de Gold Coast o Sunshine Coast, en fechas cercanas, por ser estos más populares y en rutas menos quebradas. La ruta de éste pasaba por el histórico Story Bridge, al igual que otros dos puentes. ¡Es más, uno de ellos lo cruzaríamos dos veces! 


Salimos juntos, pero sin tener la intención de correr la carrera al mismo ritmo. De los 4 maratones previos que hemos hecho juntos, en 3 de ellos Mayde me ha dejado atrás y estoy comenzando a creer que en el único que he llegado antes que ella, me dejó pasar para no desinflar mi ego.

A los pocos kilómetros miraba cómo Mayde se alejaba. Nos emparejamos al pasar el primer puente y de ahí seguimos juntos. Cuando corro un maratón siempre me enfoco en que nada debe doler durante la primera mitad; me concentro en que la carrera comienza en los 21k y que a partir del kilómetro 30 es que la cosa se pone buena.  En este caso, lo planeado no valió nada.


¡Era el kilómetro 8 y ya tenía los quadriceps fritos! No decía nada porque veía a Mayde muy bien y no quería desanimarla con mis quejas. A pesar de las molestias, el paso se mantenía constante.

Como en el km 17, los competidores de la media maratón nos comienzan a pasar. Fue un buen ejercicio de autocontrol no aumentar el paso con ellos. Pasamos a pocos metros de la meta, pero justo ahí comenzaba la segunda vuelta para nosotros mientras que ellos terminaban.

Al cruzar el tercer puente, Mayde me dice que las piernas no le dan. ¡Y yo que tenía desde hace rato ganas de comenzar a quejarme! Conversamos un poco pero el paso seguía inexplicablemente igual. Yo juraba que en algún momento ella se iba a ir adelante o simplemente yo me iba a comenzar a quedar. ¡Luego, me confesaría que ella también estaba pensando lo mismo de mí!

Del km 25 hasta el km 35, bajamos el paso unos 5 a 10 segundos por kilómetro, nada grave en vista de las circunstancias. Al cruzar el puente final, oía a Mayde quejarse en la bajada. Ambos teníamos los quadriceps como bloques. Llegamos al retorno y prácticamente quedaba una recta de 3 kms, una subida de casi mil metros de largo y una vuelta de 1200 metros por el jardín botánico hasta la meta.





La adrenalina fluyó, las endorfinas se alborotaron y dejamos el resto. A pesar de todo el cansancio y la quejadera de ambos, fueron nuestros kilómetros más rápidos (o menos lentos) de toda la carrera. Mayde saca su bandera de Venezuela y nos acercamos a un arco desinflado, literalmente. A pesar de todo ello, no hubo anticlimax. Fue un gran momento para ambos. Algo que siempre recordaremos y valoraremos.


Cruzamos la meta juntos, sin así planificarlo y sin ninguno poder haber ido un paso más rápido que el otro. Me vino a la mente la cita de Greg Lemond que dice que "No se hace más fácil, sino simplemente vas más rápido". Nuevamente, por más ultramaratones que haya corrido, le debo mis respetos a la cruel distancia del maratón y al inclemente asfalto. Al fin de cuentas, fue una meta cumplida, nuestros mejores tiempos en la distancia y nuestro pequeño tributo a la ciudad que por los momentos nos esforzamos por llamar nuestro hogar. 


La carrera para nosotros sigue y ahora es una de adaptación, crecimiento y continuo aprendizaje. Afortunadamente, tenemos lo más importante: felicidad y muchos más kilómetros por recorrer juntos.

Félix

P.D. Una versión "light" de Happiness by the Kilowatt.


So this is continuous happiness?
You know, I always imagined it something more
With the right drapes, the right paint, the right frames, 
This could really work
What a great day to spend indoors

So wake, wake up, wake, wake up

Where has all the day gone? 
And why are my lungs aching when I breathe?
Is there something wrong with the heat? Why am I so cold?
    My heart feels sick, and it hurts when I speak

So wake, wake up, wake, wake up

Was this what we hoped for?
Was this what we hoped for?