Poco es lo que hemos aprendido de la cultura Maori. De hecho, todavía ni siquiera conocemos la Isla Sur de Nueva Zelanda. Todo este trajín de instalarnos al otro lado del planeta y comenzar una nueva vida nos ha tenido bastante ocupados. Tiempo habrá.
Ahora con plan de carreras hasta febrero listo, ya nos pusimos a entrenar con mayor enfoque y determinación. Como cosa rara, las lesiones siempre andan acechando. Mayde va de maravilla; pronto volveremos a lo de siempre y seré yo el que irá atrás tratando de aguantar el paso. En mi caso, tenía tiempo sin mayor novedad, aparte del trancazo que me di en un ligamento cercano al hombro, del cual me he recuperado casi del todo. Sentía que estaba andando bien y mejorando un poco las condiciones generales. Aquí toca; no queda otra. A la hora que salgas, independientemente de las condiciones climatológicas, conseguirás a más de uno entrenando. ¡Tenemos que seguir preparándonos diligentemente y mejor que nunca nada más para poder mantener nuestra condición de patarucos!
Sin embargo, conseguí la forma de lesionarme otra vez: Pisé una cabilla mientras montaba el kayac en el techo del carro. No creo que pase muchos días sin correr ni rodar pero la recuperación se ve un poquito lenta dada la profundidad de la herida. No obstante, siempre he pensado que hacer varios deportes brinda una oportunidad para variar y, en caso de lesión, compensar.
Ya había comentado un poco sobre la intención de participar en la Speight's Coast to Coast, sin duda alguna la carrera de lo que aquí llaman 'multisport' (varias disciplinas en una ruta previamente determinada) más importante. Con esa sencilla intención y un limitado presupuesto entré, pocos días antes del incidente con la cabilla, a una tienda de kayacs para averiguar un poco más sobre la carrera y el tipo de bote que pudiera necesitar.
¡En resumidas cuentas, salí con un kayac de segunda mano, un plan para iniciar la certificación obligatoria en aguas bravas y tronco de deuda tanto monetaria como deportiva!
A diferencia de la forma en que se suelen manejar las cosas en mi lado del planeta, aquí entré a la tienda, comenté mis intenciones y, luego de conversar largo y tendido sobre la carrera y lo que pudieran ser mis expectativas si decidiera hacerla, pues me dieron un bote a crédito sin intereses, ni ataduras ni nada que firmar. Bastó con un buen apretón de manos y una frase en Maori:
Una vez que monté el bote en techo, me di cuenta que ya como que no había mucha vuelta atrás. No me he inscrito todavía, pero ya se ve palpable el asunto. Comenzó formalmente el viaje hacia la C2C.
Con eso en mente, salí a remar el día siguiente. Este kayac (Barracuda Beachcomber hecho en NZ) es justamente lo que promete ser: un bote estable de mar que tiene cualidades para bajar por rápidos. Di un par de vueltas a un charco cercano a la casa y me fui contento con mi juguete nuevo.
Al día siguiente, es decir, mi segundo día con el bote, ya estaba en la piscina iniciando mi curso de certificación para kayac en ríos de segundo grado. Vi técnicas básicas de rescate y aprendí una serie de paleadas nuevas. Hay algo que siempre me ha gustado acerca de remar. Una especie de bienestar, casi terapéutico. No lo sé explicar; tal vez sea el contacto con el agua. En fin, no soy nada espiritual pero definitivamente consigo algo muy particular en esta actividad.
Ese mismo jueves, me lancé a la segunda parte de la primera fase del curso: más prácticas pero esta vez en un lago, no sin antes perforarme el pie como conté arriba. Aunque he remado un poco antes, siempre ha sido en botes bastante estables y lentos. Siento que estoy aprendiendo un deporte totalmente nuevo. Y va a ser algo a lo que tendré que dedicarle bastante tiempo porque los 67 kilómetros que hay que remar en la carrera no son nada fáciles.
El fin de semana siguiente, al cumplirse una semana con mi versión kiwi de la Lancha Nueva Esparta, me dispuse a seguir trabajando con los instructores en más prácticas y pruebas para la certificación. En esta oportunidad volvimos el sábado al lago Pupuke (ojo, bien limpio a pesar de su nombre) y el domingo a una playa con ensenadas y corrientes para practicar con agua en movimiento.
El sábado me sentí inflado. Por la herida en el pie, mi forma de caminar era torpe y lenta, pero al llegar al agua en mi gran bote amarillo, sentía que fluía y hasta que estaba levemente mejor que los otros piragüeros neófitos que me acompañaban.
El domingo la realidad de mi inexperiencia me pegó de forma más brusca que el frío del agua, al tener que nadar inesperadamente en dos oportunidades, una por no hacer el ejercico completo y otra por exagerarlo. Remar con las corrientes y agua en movimiento no es sencillo. En esas dos ocasiones pasé de andar con aires de triunfalismo marítimo, con el pecho hinchado y una paleada que sólo en mi mente era elegante, a estar boca abajo en el bote y ser arrastrado por la corriente, obligado a practicar las técnicas de rescate que justamente habíamos visto el día anterior. Vaya aprendizaje y todavía quedan dos fases más del curso, ya formalmente en rápidos parecidos a los de la carrera.
Presumo que ya estoy montado en el asunto de la carrera. Prácticamente sólo queda inscribirme y seguir entrenando. Sé como son estas cosas, planificas y en un abrir y cerrar de ojos estás ya metido en la carrera. El viaje hacia la misma es casi siempre mejor que la carrera o proyecto en sí y, en este caso, parece que va a ser algo totalmente fuera de mi zona de confort. No me queda otra que mantenerme fuerte, física y mentalmente...como dicen acá: "Kia Kaha".
Félix