domingo, 11 de noviembre de 2012

4 carreras en 3 fines de semana

Primera carrera: Maratón de Auckland. 28 de octubre.

¡Qué rápido pasa el tiempo! Hace apenas un año llegábamos a Nueva Zelanda. El prepararse para comenzar una nueva vida nos dejó sin tiempo para entrenar, pero de todas formas hicimos el maratón en aquella oportunidad. 

Ahora, 12 meses más tarde, corrimos nuevamente. 


Tuvimos una mejor preparación, en definitiva, pero creo que el cambio en líneas generales nos ha ayudado bastante tanto en lo deportivo como en lo personal. Todavía esperamos que se nos den las mejoras en lo profesional, pero eso ya vendrá. Tal como seguir un plan de entrenamiento, hay que mantener la constancia y ponerle gran esfuerzo y al final los frutos se ven.

No sé qué aplaude Batman. ¡A pesar de tanto entrenar, sigo pisando con el talón!
En fin, un día espectacular. Una carrera muy bien organizada y, por nuestra parte, bajamos 11 minutos y 20 minutos nuestros tiempos del año pasado, esta vez como "locales". 

Mayde contenta con su medalla y su marca personal.

Segunda carrera: Waiheke Grazed Knee Off-Road 10K. 4 de noviembre.

Se acercaba nuestro quinto aniversario. No teníamos grandes planes, sólo unas botellitas de vino listas  y un fuerte deseo de no hacer nada que tuviera que ver con deportes. Al fin y al cabo, nos estábamos recuperando todavía del maratón. ¡Cómo pasa factura el asfalto!

A última hora, nos invitaron a ir a la espectacular isla de Waiheke (la cual en enero habíamos bautizado como "Wineheke" por las numerosas botellas de vino que nos bajamos en ese primer viaje). Así que, pensando más en el vino post-carrera que en la prueba en sí, aceptamos participar. Era una oportunidad de viajar nuevamente a un lugar precioso, reconciliarnos con la tierrita y pasar la tarde de viñedo en viñedo.


Nos montamos en el ferry y al rato llegamos a Waiheke. Nos reunimos con la gente de la empresa con la que trabajo actualmente, quienes patrocinaron el evento. 

Al rato, se daba la partida y comenzamos a soltar piernas. Eran dos vueltas de 5km por una ruta fenomenal, llena de subidas y bajadas cortas, algo de barro y vistas espectaculares. En algún momento de la carrera, nos dijimos cosas muy bonitas y hasta besos y abrazos y ojos aguarapaos hubo en plena ruta. Por más que quisiéramos, no podíamos pasar el aniversario sin andar metidos en el monte.

En la segunda vuelta, a Mayde se le olvidó que estábamos en recuperación del maratón y montó su paso. Alcanzamos a varios y en la subida final, teníamos cerca a una corredora que se veía bastante fuerte, quien se percató que estábamos cerca y apretó el paso en la bajada. Sin perderla de vista, Mayde llegó al plano e hizo lo suyo. Venía de entrenar plano/ruta durante 4 meses y ahora le sentaba bien ese tipo de terreno. Faltando menos de 500 metros, será por no haber corrido en tierra durante un tiempo o más bien por vieja costumbre e impelable tradición, Mayde cayó al piso producto de una torcedura de tobillo. Al fin de cuentas, llegó a la meta a menos de un minuto de la ganadora. Por estar vinculada al patrocinante, tuvo que diferir su inesperado premio.


El dolor de tobillo milagrosamente desapareció al salir del primer viñedo. Otro inolvidable aniversario.

¡Celebrando los primeros 5 años!
Tercera carrera: Steelman & Ironmaiden Multisport Festival. 10 de noviembre.

Me había retirado del Ultramaratón de 58km que tenía previsto para esta fecha. Me parecía que, si mi meta a largo plazo era hacer la Speight's Coast to Coast, pues tenía que desde ya enfocarme en ello. Además, Mayde también tenía que concentrarse en su preparación para su medio Ironman a finales de enero.
Primera etapa. No, no está en el lado contrario de la vía.
Mayde rodó la primera etapa, 34 kilómetros de bicicleta de ruta. Entre semana habíamos hecho el recorrido y sabíamos que no iba a ser nada fácil. Muchas subidas en la primera mitad y una segunda parte totalmente plana pero con bastante brisa en contra. Afortunadamente, para el plano se consiguió a un par de ciclistas con ritmo similar e hicieron un buen trabajo en grupo hasta el final de la etapa.


Ahí la esperaba yo con mi Lancha Nueva Esparta. Mi kayac es estable y está hecho para el mar; no es un bote rápido ni de los habituales que se usan en este tipo de pruebas. Lo compré con la Coast to Coast en mente porque siento que voy a necesitar toda la estabilidad posible para poder recorrer y sobrevivir los rápidos de esa carrera en febrero. 

Quería hacer una buena etapa porque he podido entrenar un poco con el bote y me he sentido bien y he mejorado considerablemente. ¡Al fin iba a poder hacer una carrera con el Yellow Submarine! Sin embargo, fue un poco frustrante remar como nunca pero a duras penas alcanzar a tres o cuatro competidores. La diferencia en tipo de kayac era notable; creo que no había más de 5 botes como el mío y el resto eran piraguas mucho más veloces. Como el agua era relativamente tranquila, la estabilidad que me daba mi peñero de plástico no valía medio. El único consuelo fue recortarle 10 minutos a mi compañero de paleo y las 5 ampollas que me quedaron como muestra de que no iba paseando.

Al llegar al final de la etapa, por ningún lado conseguía a mi equipo de apoyo, es decir, a Mayde. Me monté el bote en el hombro y salí corriendo como loco. ¡Resulta que mi querida esposa estaba ayudando y aupando a mi compañero de remadas y compartiendo con su equipo de apoyo y se había olvidado momentáneamente de mí!


Finalmente apareció Mayde al rescate.

El resto de la transición fue fluida y salí con el mencionado pana Aaron a la etapa de montañera (27 km). No sabía qué esperar. No he rodado casi en ruta y mucho menos en montañera. Pensé que mi amigo me iba a dejar botado casi inmediatamente. Lo único en lo que le pudiera sacar algo de ventaja es en el remo, pero en esta oportunidad creo que venía un poco tocado. Avanzamos lado a lado hasta que me detuve porque se me cayó un gel. Aaron se paró también y ahí quedó claro que íbamos a tratar de ir juntos. Pensaba que iba a ser ardua tarea para mí aguantar el paso, especialmente porque no quería llegar reventado al trote.

Montamos un paso constante. La ruta fue bien variada: bosques de pino (parecidos a los de la USB), playa, montaña y granjas. Un par de caídas, una por participante, producto de la arena, pero nada grave. Llegamos a la transición y de ahí salimos a correr juntos. 

Cabe resaltar que este pana me saca aproximadamente 50 minutos en un maratón. Pero, en este día, él había hecho una etapa más que yo (la bici inicial que hizo Mayde) y yo me sentía animado.

Una de las cosas que más me impresiona de este país es que, cuando y donde menos te lo esperas, consigues lugares impresionantemente bellos. Creo que eso hizo la ruta más placentera. Apretamos el paso hasta donde se pudo y, con un tácito pacto de caballeros, llegamos a la meta y marcamos al mismo tiempo. El sistema de chip consistía en un dispositivo que se llevaba tipo anillo y se hundía en cada transición, al igual que en la llegada. 


Un buen entrenamiento para Mayde en cuanto a la bici y como apoyo para la carrera de febrero y un poco de sorpresa por mi parte al sentirme tan bien en una carrera larga y fuerte, sin haber estado entrenando precisamente para ello. El camino hacia la Coast to Coast se ve levemente más claro. 

Cuarta carrera: Cure Kids Walk on the Wild Side 17 km. 11 de noviembre.

Nuevamente la empresa en la que estoy trabajando nos invitó a participar en un evento. La carrera era en beneficio de una fundación que recauda fondos para la investigación en el área de enfermedades infantiles. Mejor causa, imposible.


Tenía las piernas tocadas de ayer, pero pensaba que era importante correr con algo de cansancio residual. Todavía no sé si voy a hacer la C2C en uno o dos días y, en todo caso, debo entrenar para cualquiera de las dos opciones.

Íbamos a recorrer parte del Sendero Hillary, en efecto, los 10 kilómetros más fuertes. Salimos por unas granjas privadas y caminos de vaca con terreno bastante inestable. Hubo un par de cruces de quebradas y subidas que me recordaron a las carreras de aventura. De hecho, en un bosque de estos sin senderos, en el que había que prácticamente escalar y abrir ruta, nos alcanzó una corredora que se veía bien diestra en terrenos técnicos.

Se abrió un poco el camino y Mayde le pudo sacar ventaja. Al pasar por los puestos con voluntarios, nos dábamos cuenta que la gente aplaudía a Mayde muy efusivamente. Los kiwis son panas, bien panas, pero muy poco efusivos. Un poco más adelante, le dicen "First girl!" y un poquito más allá "Leading lady!". Más vale que no. Llegamos al temido Te Henga, los últimos 10 km, un sendero que siempre nos toma aproximadamente 2 horas. Mayde iba corriendo bien, bajando como hace años cuando sólo corríamos en tierra y subiendo como cabra. Terminamos Te Henga en poco menos de 1 hora 20 y de ahí a la llegada.

Mayde fue la primera mujer en cruzar la meta. Obviamente, no era una carrera con las mejores corredoras y la causa benéfica era lo más importante, pero debo admitir que fue emocionante verla correr así.


Este fin de semana que viene tenemos una carrera corta en equipos (Mayde correrá y luego rodará en ruta y yo haré la MTB y el remo) y luego tomaremos una semana de recuperación activa para luego poder dedicarnos de lleno a entrenar para nuestras respectivas pruebas de 2013. 

Fines de semanas intensos. Siento que posiblemente estemos recogiendo los frutos de haber entrenado bien para el maratón y haber pulido varios detallitos, especialmente el tema de la alimentación. 

Lo bailado, nadie lo quita. Lo vivido es lo que más vale. Nadie ha perecido por sobredosis de endorfinas.

Félix

lunes, 8 de octubre de 2012

Cuatro estaciones y algunos otros clichés

Dicen que, antes de decidir mudarse definitivamente a un país distinto al propio, uno debe pasar en ese posible destino por lo menos las cuatro estaciones y luego volver a 'casa' un tiempo, regresar al sitio y finalmente tomar la decisión.

Ya se cumple un año desde que nos trasladamos a este pequeño rincón del planeta. ¡Qué rápido pasan esas cuatro estaciones! Todavía estamos un tanto lejos de poder decir que tenemos una vida netamente estable, pero quizás vamos en camino hacia nuestras metas iniciales.

Sin ánimos de ofender, debo admitir algo que posiblemente suene inoportuno. He sido nómada desde temprana edad. Tal vez, por haber vivido ya en unos cuantos países, a veces pienso que la nacionalidad puede ser algo así como un hecho meramente geográfico, cosa que no es idea mía ni invento propio (desconozco al autor). No niego que como seres humanos, sociales en fin, tenemos necesidad de identificarnos con algo y con alguien. Posiblemente suene indiferente, pero no lo es. Me duele lo que pasa en Venezuela y no por coincidencia es donde he vivido la mayor parte de mi vida.

Por otro lado, también pienso que uno tiende a idealizar los lugares y las personas. Uno siempre piensa que el ayer fue mejor o que no había nada como aquel lugar. Egoísta tal vez, pero para mí, la 'casa' es al lado de mi pareja y nuestro plan de vida. Cada día lo veo más así.  No dejo de extrañar a la familia, a los amigos y a los lugares; todo ello forma parte de mi persona. Y a esa gente y a esos sitios los amo profundamente.

Pero siento que hay que trazarse su propio camino y hay que buscarse la vida que uno mismo desea para sí o la situación que más se le parezca. Yo estoy muy lejos de estar en las condiciones que quisiera, pero posiblemente esté un par de pasos más cerca que hace un año. He aprendido que tampoco puedo desgastarme en buscar concretar un determinado plan o perseguir ciegamente un destino porque es simplemente demasiado lo que acontece en interím. Lo decía Lennon en alguna canción, parafraseo: "La vida es aquello que pasa mientras nos dedicamos a planificar".

Pasaron cuatro estaciones, viajé a esos lugares y aquí me encuentro otra vez. Durante ese viaje, que no trajo más que agradables e inolvidables experiencias junto a gran parte de los nuestros, nos cayó una noticia inesperada o, mejor dicho, tan dilatada que había sido prácticamente olvidada. Es ahora muy probable que ni siquiera nos quedemos acá. Posiblemente sigamos dando vueltas por ahí; tal vez tengan que pasar otras cuatro estaciones más antes de echar raíces, pero estaremos juntos y, por absurdo y cursi que pudiera sonar, estaremos en 'casa'.

Félix

domingo, 9 de septiembre de 2012

Piedras de río sonoro

Si piedras trajo el río es porque lleva rato sonando.

No son pocos los años que tengo pensando en que me gustaría participar en la carrera de 'multisport' más importante del mundo: la Speight's Coast to Coast. He visto los vídeos, leído algunos libros y hablado con la gente que corresponde. Así que de tanto hablar, darle vueltas y visualizar, ya el asunto es más palpable que nunca.

Con Steve Gurney, 9 veces ganador de la Coast to Coast. Foto tomada recién llegado a NZ; hoy en día tengo un par de kilos menos en gran parte porque ya no llevo ese gran copete.
Transformar una idea o meta en realidad, no toma más que comenzar a trabajar en torno a ella y ser consecuente. Hay que dar los primeros pasos, sean estos conversar sobre el plan con los demás, indagar sobre el rumbo a seguir o encarar el asunto sin mucho titubeo. 

Creo que mi afición por asumir algunos retos deportivos sin ser un buen atleta siempre ha sido bastante ingenua, por no decir ilógica. Me acuerdo de aquel día en que por primera vez vi el Eco-Challenge por la tele y me dije que me era imposible hacer algo similar, pero que algún día lo intentaría. No he participado en nada precisamente de esa magnitud todavía, pero la idea me sigue llamando la atención y por estos lares hay varias pruebas de ese estilo.

En algún momento quise hacer un triatlón y, sin prepararme debidamente, hice un Ironman criollo en la Isla de Margarita...muy, pero muy, lentamente. La lección fue dura, pero después de unas quince horas y media y luego de que llegaran los otros 20 finishers, crucé la meta de último, con apariencia de cadáver pero más vivo que nunca. 

Así también pasó con el Mont Blanc. Mayde y yo conversamos sobre el tema; pensamos que lo más probable es que no pudiéramos hacer algo de ese estilo, pero luego de dos años y un montón de aprendizajes y aventuras, cruzamos la meta de la UTMB en Chamonix, aunque la carrera fue recortada debido al mal tiempo.

Hoy, tengo el reto de hacer una mítica carrera en Nueva Zelanda. De hecho, me sale aprender un deporte nuevo, prácticamente de cero. Igual que antes, veo muy difícil que la pueda terminar, pero ese miedo, esa duda y esa incertidumbre hacen que me llame aún más la atención. 

Sin mucho tiempo para digerir la decisión, me encontré con kayac nuevo y navegando rápidos. Este fin de semana pasado, tomé un curso de certificación en ríos de grado 2 y me sometí a la respectiva evaluación el último día. Fueron 3 jornadas en el agua, varias zambullidas tanto voluntarias como involuntarias y otro montón de aprendizaje.


El sitio fue el río Mohaka, muy cerca de Taupo, al centro de la Isla Norte y donde se celebra el Ironman de este país. El lugar me trajo muchos recuerdos de mi hermosa Mérida, aunque se encuentra a una altitud mucho menor.


El primer día en el agua nos enfocamos en repasar todo lo que habíamos visto en la primera fase del curso. Es decir, aquello que hicimos en las playas de Auckland y las sesiones en piscina. Luego, sin mucho tiempo para pensar, comenzamos a descender rápidos. El instructor nos hablaba sobre las mejores líneas a tomar y dejaba que cada quien resolviera.



Éramos 4 participantes: 3 de ellos en botes de multisport sumamente rápidos pero con el gran costo de la inestabilidad y yo, en mi lancha Nueva Esparta, tremendamente estable pero mucho menos veloz. Al pasar el primer rápido, sentí que mi inversión en el bote fue justificada. Mis tres compañeros se voltearon mientras que yo me quedé en el bote como si nada. Esa escena se repitió unas 15 veces (total de 'nadadas involuntarias' de mis compañeros). Fue increíble ver cómo su confianza y destrezas se iban deteriorando conforme les pegaba el frío y el cansancio. Estoy seguro que tan pronto tengan el dominio de sus respectivos botes me pasarán volando.


El día siguiente hicimos un poco más de recorrido. Los colegas agarraron un poco más de confianza, pero igual nadaron bastante. Ese día yo también me uní. Llegamos a un rápido que denominan algo así como la 'Carnicería', un rápido que según el instructor era posiblemente peor que cualquier cosa que íbamos a ver en la Coast to Coast. Salí de tercero y al entrar en el rápido, cayó el primero. El segundo se paralizó y, obviamente, al agua fue a dar. A mí  se me quedó grabada la idea de que, ante cualquier problema en el río, hay que seguir remando.

Sin embargo, al tratar de no pasarle por encima a los recién volteados, la proa se salió del rápido mientras que la popa seguía en el agua en movimiento y al frío río fui a dar. Lo primero que hay que hacer es agarrar la pala y el bote con la misma mano y levantar los pies. Así hice, pero tan pronto tenía el control del bote, me llegó el compañero que iba de cuarto y también venía volteado. Su bote me golpeó en el casco y se alojó entre mi brazo y mi propio bote. Yo no quería soltar mi kayac, pero el pana no hacía nada por librarse tampoco. Íbamos velozmente río abajo y enredados. No me quedó otra que soltarme y luego tratar de juntar mis macundales. Así llegué a la orilla y pude hacer el autorescate, mucho más humilde que al inicio de la sesión.

En una de las múltiples paradas, el instructor nos dijo que la mayoría de las volteadas se pueden evitar con un movimiento tipo cachetada. Se levantan los codos y se da un bofetón al agua del lado en el que se está cayendo y luego, rápidamente, se hace una fuerte paleada para seguir avanzando y ganar estabilidad.


Yo ya sabía que iba a perder el tercer día por compromisos laborales y, por ello, traté de sacarle provecho a las dos salidas previas a nuestra evaluación. Volví a Auckland esa misma noche. Al día siguiente, salí a correr con Mayde, cumplí con el trabajo pendiente y en la noche ella me acompañó al Mohaka, a unas 5 horas de donde vivimos. No lo habíamos planificado así, pero resultó excelente. Mi compañera de aventuras estaba presente en otra más de las locuras que se nos ocurren. Ella todavía no se siente muy tentada por remar en rápidos.


Llegó el cuarto y último día, el de la evaluación. Practicamos técnicas, distintas paleadas, rescates y descendimos varios rápidos. Nuevamente nos enfrentamos al rápido carnicero y en esta oportunidad dos de nosotros nos quedamos en nuestros respectivos botes y no tuvimos que nadar. Sin embargo, una de las pruebas más interesantes de nuestra evaluación fue sin bote. Tuvimos que caminar por la orilla y lanzarnos por un rápido y practicar las técnicas de nadada. El plan era caminar hacia la mitad de la corriente y luego dejarse llevar río abajo boca arriba y con los pies en alto, salir hacia la orilla izquierda y luego nadar 'agresivamente' boca abajo hacia la orilla derecha. Sólo me falló la primera parte. Dí un par de pasos para ubicarme hacia el centro pero me arrastró el río; pude a duras penas corregir el rumbo, no sin antes sentir un par de piedras golpearme la espalda. El resto del ejercicio salió bien ¡aunque creo que involuntariamente rompí mi regla de no orinar en el wetsuit!


A pesar de la roncha que pasamos los participantes, los cuatro nos 'graduamos'. Ya tenemos el único requisito formal para inscribirnos, el certificado en Aguas Rápidas de 2ndo Grado. Por mi lado, me queda entrenar y bastante. No va a haber muchas oportunidades de remar nuevamente en rápidos así que me quedaré con los abundantes recuerdos de esta salida y el pocotón de aprendizaje.

El río sonó y sin duda trajo piedras. Pronto me estaré inscribiendo en la Coast to Coast.

Félix

lunes, 20 de agosto de 2012

Kia Kaha, panita

Poco es lo que hemos aprendido de la cultura Maori. De hecho, todavía ni siquiera conocemos la Isla Sur de Nueva Zelanda. Todo este trajín de instalarnos al otro lado del planeta y comenzar una nueva vida nos ha tenido bastante ocupados.  Tiempo habrá.

Ahora con plan de carreras hasta febrero listo, ya nos pusimos a entrenar con mayor enfoque y determinación. Como cosa rara, las lesiones siempre andan acechando. Mayde va de maravilla; pronto volveremos a lo de siempre y seré yo el que irá atrás tratando de aguantar el paso. En mi caso, tenía tiempo sin mayor novedad, aparte del trancazo que me di en un ligamento cercano al hombro, del cual me he recuperado casi del todo. Sentía que estaba andando bien y mejorando un poco las condiciones generales. Aquí toca; no queda otra. A la hora que salgas, independientemente de las condiciones climatológicas, conseguirás a más de uno entrenando. ¡Tenemos que seguir preparándonos diligentemente y mejor que nunca nada más para poder mantener nuestra condición de patarucos!

Sin embargo, conseguí la forma de lesionarme otra vez: Pisé una cabilla mientras montaba el kayac en el techo del carro. No creo que pase muchos días sin correr ni rodar pero la recuperación se ve un poquito lenta dada la profundidad de la herida. No obstante, siempre he pensado que hacer varios deportes brinda una oportunidad para variar y, en caso de lesión, compensar. 

Ya había comentado un poco sobre la intención de participar en la Speight's Coast to Coast, sin duda alguna la carrera de lo que aquí llaman 'multisport' (varias disciplinas en una ruta previamente determinada) más importante. Con esa sencilla intención y un limitado presupuesto entré, pocos días antes del incidente con la cabilla, a una tienda de kayacs para averiguar un poco más sobre la carrera y el tipo de bote que pudiera necesitar.

¡En resumidas cuentas, salí con un kayac de segunda mano, un plan para iniciar la certificación obligatoria en aguas bravas y tronco de deuda tanto monetaria como deportiva!

A diferencia de la forma en que se suelen manejar las cosas en mi lado del planeta, aquí entré a la tienda, comenté mis intenciones y, luego de conversar largo y tendido  sobre la carrera y lo que pudieran ser mis expectativas si decidiera hacerla, pues me dieron un bote a crédito sin intereses, ni ataduras ni nada que firmar. Bastó con un buen apretón de manos y una frase en Maori:

Una vez que monté el bote en techo, me di cuenta que ya como que no había mucha vuelta atrás.  No me he inscrito todavía, pero ya se ve palpable el asunto. Comenzó formalmente el viaje hacia la C2C.

Con eso en mente, salí a remar el día siguiente. Este kayac (Barracuda Beachcomber hecho en NZ) es justamente lo que promete ser: un bote estable de mar que tiene cualidades para bajar por rápidos. Di un par de vueltas a un charco cercano a la casa y me fui contento con mi juguete nuevo. 

Al día siguiente, es decir, mi segundo día con el bote, ya estaba en la piscina iniciando mi curso de certificación para kayac en ríos de segundo grado. Vi técnicas básicas de rescate y aprendí una serie de paleadas nuevas. Hay algo que siempre me ha gustado acerca de remar. Una especie de bienestar, casi terapéutico. No lo sé explicar; tal vez sea el contacto con el agua. En fin, no soy nada espiritual pero definitivamente consigo algo muy particular en esta actividad.

Ese mismo jueves,  me lancé a la segunda parte de la primera fase del curso: más prácticas pero esta vez en un lago, no sin antes perforarme el pie como conté arriba. Aunque he remado un poco antes, siempre ha sido en botes bastante estables y lentos. Siento que estoy aprendiendo un deporte totalmente nuevo. Y va a ser algo a lo que tendré que dedicarle bastante tiempo porque los 67 kilómetros que hay que remar en la carrera no son nada fáciles. 


El fin de semana siguiente, al cumplirse una semana con mi versión kiwi de la Lancha Nueva Esparta, me dispuse a seguir trabajando con los instructores en más prácticas y pruebas para la certificación. En esta oportunidad volvimos el sábado al lago Pupuke (ojo, bien limpio a pesar de su nombre) y el domingo a una playa con ensenadas y corrientes para practicar con agua en movimiento. 

El sábado me sentí inflado. Por la herida en el pie, mi forma de caminar era torpe y lenta, pero al llegar al agua en mi gran bote amarillo, sentía que fluía y hasta que estaba levemente mejor que los otros piragüeros neófitos que me acompañaban. 

El domingo la realidad de mi inexperiencia me pegó de forma más brusca que el frío del agua, al tener que nadar inesperadamente en dos oportunidades, una por no hacer el ejercico completo y otra por exagerarlo. Remar con las corrientes y agua en movimiento no es sencillo. En esas dos ocasiones pasé de andar con aires de triunfalismo marítimo, con el pecho hinchado y una paleada que sólo en mi mente era elegante, a estar boca abajo en el bote y ser arrastrado por la corriente, obligado a practicar las técnicas de rescate que justamente habíamos visto el día anterior. Vaya aprendizaje y todavía quedan dos fases más del curso, ya formalmente en rápidos parecidos a los de la carrera.


Presumo que ya estoy montado en el asunto de la carrera. Prácticamente sólo queda inscribirme y seguir entrenando. Sé como son estas cosas, planificas y en un abrir y cerrar de ojos estás ya metido en la carrera. El viaje hacia la misma es casi siempre mejor que la carrera o proyecto en sí y, en este caso, parece que va a ser algo totalmente fuera de mi zona de confort.  No me queda otra que mantenerme fuerte, física y mentalmente...como dicen acá: "Kia Kaha".

Félix

domingo, 5 de agosto de 2012

Sobre abarcar y apretar

Yo juraba que el Déficit de Atención en materia deportiva lo habíamos dejado en Venezuela y que al estar acá en Nueva Zelanda, tal vez nos íbamos a poder enfocar un poco en alguna sola disciplina, sea ultramaratón, ciclismo de montaña u otra cosa. "El que mucho abarca, poco aprieta" dicen por ahí.

Hace algunos años, en más de una oportunidad pasamos meses completos compitiendo todos los fines de semana. No hay duda que las carreras hacen que uno se esfuerce más y, al distanciarlas lógicamente para permitir una buena recuperación, son mejor que cualquier entrenamiento de calidad. También está la estrategia de tener carreras "A" y carreras "B", con las últimas como una buena preparación o simulacro para las primeras. 

Con todo esto en mente, nos hemos inscrito en algunas carreras a celebrarse en el futuro cercano, cada una más distinta que la otra:

Maratón de Auckland (28 de octubre): La idea es mejorar nuestros tiempos y celebrar un año en NZ. Llevamos ya 4 semanas con el plan de la Universidad de Furman (F.I.R.S.T.) y, por primera vez, pareciera que vamos a poder hacer las 16 semanas completas y no sólo 8 como en las oportunidades previas. Para Mayde es una carrera "A" y para mí una "B", pero pienso hacer todos los entrenamientos con ella.

Una panita que vimos en la vía. ¿Será que corremos tan feo que tuvo que cerrar los ojos y voltear la cara?

Ultramaratón Taniwha (10 de noviembre): En este caso lo haré yo solo, un par de semanas después del maratón. Mayde tiene un evento al día siguiente y, adicionalmente, quiere enfocarse en la preparación para su maratón, un argumento totalmente válido. Es una carrera nueva, cuyo nombre es el de un monstruo de la mitología Maori. Aparentemente, no hay mucho desnivel pero me comentan que la ruta es espectacular. Tal vez pronto haga un reconocimiento. No quería dejar de pasar la oportunidad de hacer un ultra este año, después del sabático que me tomé en 2011. 


Cruce del Puerto de Auckland (2 de diciembre): Siempre hemos sido malasos nadando y ésta es una oportunidad para demostrarlo otra vez. Sin embargo, un tiempito en la piscina y otro chapoteando por las playas de Auckland no les caen mal a nadie y veremos cómo los integramos a nuestro entrenamiento general. Además, el día de la carrera vamos a cruzar desde la parte norte de la ciudad hasta el puerto principal. La corriente no suele ser nada fácil, pero será emocionante ir de una punta hasta la otra. El 'Viaduct Harbour' es uno de los iconos de la ciudad y el núcleo para la mayoría de los eventos internacionales de Auckland. Fue ahí donde recientemente vimos a los All Blacks ganar la Copa del Mundo de Rugby en pantalla gigante con miles de otras personas, fuimos voluntarios en la válida internacional de triatlón ITU y se celebró una etapa de la Volvo Ocean Race. También será la sede de otro de los eventos en los que participará Mayde. 




Ironman Auckland 70.3 (20 de enero): ¡Mayde vuelve a hacer un triatlón! Y aunque la idea era que su próximo fuera un Ironman completo, no pudimos inscribirnos a tiempo para el Ironman NZ (agotado) y tampoco nos podíamos pelar tener un medio iron 'oficial' (sí, yo sé que es sólo una marca) a sólo 3 km de la casa. Esto explica un poco por qué decidimos hacer el evento de aguas abiertas en diciembre. El día de la carrera, Mayde tendrá la oportunidad de nadar donde ya habrá competido previamente, cruzar 2 veces el puente de Auckland (normalmente prohibido para ciclistas) y correr en gran parte de la ruta del maratón de Auckland que habrá hecho a finales de octubre. Yo opté por dejarlo pasar para hacerle de asistencia aunque, obviamente, haré la mayoría de los entrenamientos con ella.



Hay un evento más, con el cual celebraré mis 40 años. Está por decidirse. Aparentemente, la empresa con la que estoy trabajando me va apoyar ya que va a ser muy cuesta arriba hacer ese evento solo.

Sin duda alguna, desde hace años mi sueño es hacer la Coast to Coast, una mítica carrera de 243 km en 24 horas (3km carrera, 55 km de ciclismo, 33 km de carrera por montaña, 15 km de ciclismo, 67 km de kayac en rápidos, 70 km de ciclismo) en Christchurch, isla sur de Nueva Zelanda. Va desde el oeste (Mar de Tasmania) hasta el este (Oceano Pacífico). No tengo kayac, ni sé remar en rápidos y, bueno, no cuento con los fondos actualmente; pero las ganas las hay y muy pronto se tomará la decisión.




Así que nuevamente reina el desorden de disciplinas y, por más que tratemos de concentrarnos en una sola cosa, el enfoque siempre es agradablemente borroso. Pero eso ya es habitual y es que, al fin y al cabo, nuestro deporte es el multideporte. Creo que nos sentimos más felices haciendo algo de esto y otro de aquello y, aunque mucho abarquemos, la idea es ir apretando tal vez un poquito más en cada oportunidad.

¡A entrenar dispersa pero atentamente!

Félix

martes, 10 de julio de 2012

LDL: Lección de lecciones

"Dime lo que comes y te diré de lo que padeces" dice el dicho. Tal vez no sea del todo cierto, pero una cosa sí es verídica para los atletas: mientras mejor comas, mejor rendirás.

Es muy común que uno tome el hecho de hacer alguito de deporte como una licencia para comer lo que sea. Para muchos, comenzar a entrenar representa, en vez de bajar de peso, un aumento en la balanza debido al efecto de compensación a la hora de reponer la energía gastada en esos primeros entrenamientos.

¿La luz al final de túnel? 
Para Mayde y para mí siempre ha sido una batalla estar a un peso adecuado o, más importante que ello, tener un índice de grasa corporal propicio para las actividades que practicamos. En las épocas en las que más entrenábamos no necesariamente veíamos los mejores resultados en este ámbito. 

Una de las ventajas que hemos notado desde venirnos para Nueva Zelanda es que la calidad de alimentos nos ha mejorado increíblemente. Además, estamos comiendo más de 90% de las comidas en casa, preparadas a nuestro gusto y con los ingredientes que nosotros queremos. También, el hecho de tener una menor actividad social hacía que evitáramos muchos de los excesos en los que incurríamos allá en Venezuela.

Ambos perdíamos peso sanamente, a pesar del poco volumen de entrenamiento, y nos sentíamos bien en líneas generales. De hecho, los índices de grasa corporal estaban acercándose a los ideales, el vo2 max estaba mejor que nunca y las pulsaciones en reposo mostraban el mejor registro de los últimos 8 años. Y, por encima de todo, estábamos rindiendo más que nunca a pesar de ya no entrenar tanto. 

Sin embargo, recientemente tuve que mandarme a hacer pruebas médicas para efectos migratorios y mi gran sorpresa fue salir reprobado, raspado y aplazado; y la razón fue como un gran insulto e iba en contra de lo que estábamos viendo pasar con nuestros cuerpos y rendimiento deportivo: ¡mis volúmenes de colesterol estaban por el techo!

En resumen, el LDL (el colesterol "malo") era de 4,3, muy por encima del 3,4 considerado óptimo y, lo peor, el colesterol total era de 6,4 mmol/L cuando el máximo rango permitido era de 5,0 mmol/L. Ambos eran valores exorbitantes y, pensaba en ese momento, inexplicables. Otra cosa que fue como meter el dedo en la llaga fue la recomendación general que me dio el analista: "Deja de comer mal y haz algo de ejercicio".  De pana que me quedé tan asombrado o indignado que ni le pude dar otra respuesta que "Ok". Raras son las veces en las que me faltan las palabras, aunque no siempre sean acertadas o sutiles.

La gente de migraciones suspendió mi solicitud de visa y me dio un plazo de 2 semanas para intentar bajar los niveles y tomar la prueba nuevamente y obtener resultados dentro de los rangos normales. También eso me pareció absurdo. ¿Cómo coño iba a lograr soberana vaina en apenas un par de semanas?

Me dispuse a leer todo lo que conseguía sobre bajar el colesterol. Aparte de ello, pero con menor importancia, estaba mi intento de hacer el Sendero Hillary de un solo golpe. ¿Cómo carajo iba a hacer un esfuerzo físico de esa forma si iba a tener que estar prácticamente famélico?

Sin duda que el estrés y la historia familiar pudieran ser la causa principal de esos resultados, pero de igual forma decidí revisar la dieta. Sabía que las porciones, por más sana que fuera la comida, tenían un papel importante. Además, mientras más leía, más veía fallas o áreas para mejorar los hábitos a la hora de comer.

Sin tener mucha esperanza de lograr la meta dentro del tiempo previsto, me dispuse a hacer el intento porque, coño, sin visa todo nuestro nuevo plan de vida quedaba anulado. 

Lo primero fue aceptar que no estaba comiendo idealmente y aceptar que siempre se podía mejorar. De ahí, con la gran ayuda de Mayde, me propuse a mejorar la comida drásticamente.

Aquí resumo un poco los cambios durante esos 15 días:

- Cero quesos grasos. En mi caso, suelo comer queso en casi cada comida y no tengo duda que esa era la fuente principal de grasa.

- Una pausa con las carnes rojas. La calidad de la carne acá en NZ es fenomenal. Desde la carne de ternera hasta nuestra nueva adicción: el cordero. Eliminarla momentáneamente no fue gran cosa porque no comíamos tanta de todas formas.

- Leche de soya baja en grasa. Para ser sincero, no me disgustó el cambio. No fue tan malo como pensaba.

- Menos carbohidratos y azúcar. Nada; obvio ¿no? Reducir las porciones.

- Disminuir el consumo de alimentos procesados. No fue tan difícil porque era poca la cantidad que comíamos.

- Más frutas y vegetales. Si bien ya ingeríamos bastantes, ahora iban a ser los protagonistas de nuestra dieta. Optamos por incorporar otras frutas y variar aún más los vegetales.

- Más pescado. Pues, lo que más o menos comíamos de carnes rojas lo suplantamos con pescado y agregamos todavía más. Yo diría que hicimos como 5 ó 6 comidas a la semana con pescado. 

- Eliminar el café y el chocolate. Claro, un poco obvio también. El café no era tanto el rollo sino el azúcar que lo acompañaba. Chocolate sólo comía oscuro y en pocas cantidades, pero también lo iba a tener que sacrificar si quería tener éxito.

- Hacer una evaluación de la composición de cada comida y pensar en las comidas del día y más o menos qué comía en exceso o de menos durante ese día.

Sé que todos estos cambios pueden parecer algo drásticos, pero yo no tenía otra opción que ser radical; no tenía tiempo y los valores que presenté inicialmente eran extremadamente altos. Pienso que tal vez, gran parte del problema es que nos cuesta aceptar que estamos haciendo las cosas mal. Es una especie de negación y, a veces, hasta excesiva comodidad. Si bien yo pensaba que comía muy bien y que había mejorado desde que me mudé para acá, pues los resultados de las pruebas decían lo contrario. 

Seguí el regimen y muy rápidamente me acostumbré a comer aún mejor. El mismo día en que haría el intento al Sendero Hillary (76,5 km y +2500m/-2500m), ayuné y fui, sin creer tener mucho chance, a que me sacaran la sangre.  Quise hacerlo así porque no sabía qué efecto pudiera tener sobre el colesterol correr durante 15 horas y pico alimentándome de gels, electrolitos y barras energéticas y demás cosas que uno suele comer al hacer larga distancia.

En Te Henga, a pocas horas de finalizar el Sendero Hillary.

El resultado fue el siguiente:

- Colesterol total: bajó de 6,4 a 5,1 (rango ideal era 5,0 ó menos).
- Triglicéridos: bajaron de 1,4 a 1,0 (estaban ya por debajo del máximo de 2, pero la mejora vale acotarla).
- HDL (colesterol "bueno"): se mantuvo igual y dentro del rango.
- LDL (colesterol "malo"): bajó de 4,3 a 3,2 (rango ideal era menos de 3,4).
- La proporción de Chol/HDL bajó de un aceptable pero un tanto alto 4,3 a 3,4 (rango ideal menor a 4,5).
- ¡Visa aprobada!

Una pequeña recompensa. Todo en moderación.
Durante esas 2 semanas, no bajé casi la cantidad de alimentos. Es decir, todavía comía un montón, simplemente que lo que comía era todo óptimo, un tanto lógico y especialmente balanceado. Debo admitir que durante la primera semana el humor fue un verdadero desastre.  ¡Qué tipo tan amargado, por favor denle una hamburguesa!  Pero hasta eso mejoró a los días. 

Mi otra preocupación era el rendimiento deportivo. Pero, me seguía sintiendo bien en los entrenamientos y, lo mejor del caso, pude afrontar y terminar la ruta sin mayor novedad en cuanto a energía. Al final, estaba reventado, pero para ello no había dieta que me ayudara sino haber estado más entrenado. 

Hoy -- con visa en mano, otros tres kilos sanamente eliminados y reto (deportivo y médico) cumplido -- he decidido seguir con las medidas de arriba, tal vez de forma menos radical pero sí consistentemente.  Sé lo fácil que uno puede caer en malos hábitos nuevamente pero, afortunadamente, no estoy sólo en esto:  Sin el apoyo de Mayde en todo sentido, ni remotamente lo hubiera logrado y estos ajustes nos benefician a ambos.

¡Auckland!

Nada he dicho y, en realidad, poco he pensado en el alto riesgo para la salud que representa tener los niveles de colesterol que presenté en la primera prueba. Hacer ejercicio, un poco o por montón, no es una panacea ni un chaleco antibalas. Si bien es gran parte de la ecuación para mantener una buena salud, hay otros factores que se deben tomar en cuenta. El alto colesterol está presente en la historia médica de mi familia y nada puedo hacer contra ese hecho; lo que sí está totalmente en mis manos es no empeorar el asunto. 

Lección aprendida.

Félix

martes, 3 de julio de 2012

El Sendero Hillary, una sana obsesión

Hay que ver que esto de la larga distancia pareciera una obsesión. Desde que llegamos a Nueva Zelanda, leía acerca del Sendero Hillary y todos sus detalles. Es una caminata de 4 días pero que ya algunos corredores locales habían hecho de un solo golpe. ¡Uno hasta la hizo ida y vuelta! Sabía que en algún momento yo mismo lo iba a intentar. 

Después del año sabático que me tomé para culminar los estudios y mudarme al otro lado del planeta, es poco lo que he hecho. He retomado consistentemente el entrenamiento de unos meses para acá, pero recién estoy comenzando a hacer largas distancias otra vez.

Luego de 3 fines de semanas seguidos reconociendo por partes el Sendero Hillary (76,5 km) llegaba el momento de intentarlo de punta a punta. Así que me uní a un grupo de corredores locales que no se le ocurrió otro nombre para este evento informal que "Demencia de medianoche a mediados de invierno". 

Todos los elementos estaban presentes para hacerle honor al nombre: Sí, era mediados de invierno y, aunque el de Auckland no es tan frío como el del resto del país, hacía unos 5 grados a la salida; justo a las 0:00 horas arrancamos y, bueno, el hecho de encarar este reto posiblemente no era precisamente una demostración ejemplar de cordura.

La gente de Macpac, con la que he tenido bastante contacto últimamente, tuvo la gentileza de ayudarme con alguito de material. A última hora me dieron un morral, el AMP Race 12 hr. La norma para muchos corredores, especialmente los de larga distancia, es "nunca probar nada nuevo el día del evento" pero el buen diseño del morral me dio la confianza necesaria para hacerlo y no me arrepentí. Sólo le agregué el termo externo RaidLight y estaba listo. Va a ser un nuevo compañero habitual de aventuras.

En cuanto al resto del material, pues, iba en gran parte con mi indumentaria Macpac, que incluía una camiseta de lana de oveja merina. Debo admitir que antes de venir a estos lares no sabía nada de lana y más bien tenía una opinión un tanto negativa pero no necesariamente fundada. En fin, la lana de oveja merina es excelente. Sus propiedades principales son que es liviana, no retiene malos olores, se seca rápidamente y, especialmente, mantiene de forma impresionante el calor corporal. 

Con respecto a la comida, llevé lo típico, unos cuantos geles y algunas barras energéticas, además de un par de bolsitas de pretzels y unos cuantos sandwiches de mantequilla de maní y mermelada. También llevé otro de los grandes productos locales que he 'descubierto' acá: Em's Power Cookies. Estas galletas son espectacularmente buenas, de hecho, esperaba con ansias el momento para comerme otra durante el camino. Son hechas por Emily Miazga, una canadiense que migró a Nueva Zelanda y ganó 3 veces la mítica Coast to Coast, la más importante por estos lares y la que espero poder hacer en un par de años. Ella entrenaba con ellas, las compartía con su compañeros de rutas, quienes le recomendaron comenzar a venderlas. Las preparaba en su casa y repartía personalmente en su bici. ¡Y ahora son impelables en todas las carreras de larga distancia locales!

Éramos 11 corredores. 4 de ellos saldrían con la meta de batir el record de la ruta (10:10); parecía difícil porque las últimas semanas de lluvia dejaban la ruta, que de por sí es complicada, en condiciones poco favorables. Los otros 7 éramos la organizadora, quien detenta el mejor registro para una mujer en la ruta  sin apoyo (15 horas), un corredor que se había quedado corto en dos intentos previos y 5 más que intentaríamos por primera vez. 


Conocer el camino, gracias a los reconocimientos por partes que hice con Mayde y unas amigas durante junio, y saber lo que espera siempre es una ventaja. En mi caso, me ayudaba a tratar la ruta con el respeto que se merece y a no impacientarme.


El paso fue fuerte, por lo menos para mí, al inicio. En los planos, los compañeros de ruta se me iban. Pero ahí me mantuve y pude apretar un poco el paso en la subida más fuerte y su respectiva bajada. Llegamos un grupo de 3 al primer punto. Estaba haciendo 2 grados, sin contar el efecto de la brisa. Dos de los que llegaron media hora después se retiraron en ese punto.


Ahí me preocupé un poco ya que los cuatro con los que me quedé sin duda alguna eran más fuertes que yo. Los que se habían retirado eran mi 'esperanza' hasta ese momento. Y tan pronto salimos se confirmaron mis temores. Ya en la subida veía como se me escapaban los compañeros. Tuve que apretar para poder emparejar el paso pero, definitivamente, no era el esfuerzo que quería hacer faltando todavía dos terceras partes ó unas 10 horas de camino. 


En la noche, casi todo fue sube y baja, barro y más barro. Así que fue excelente salir por un rato a correr por la playa de noche. Teníamos equipo de apoyo cada 3 horas aproximadamente y las paradas se iban alargando cada vez más. Así que para emparejar yo trataba de salir un poquito antes y a los minutos me alcanzaban.


El amanecer nos tocó en unos acantilados y fue todo un espectáculo. Seguimos con buenos ánimos aunque ya para la penúltima sección, los pasos eran disparejos. Mark, quien había fallado en 2 intentos previos, iba sumamente fuerte. Vicki iba tocada pero determinada. Chris se mantenía firme y con buenos ánimos. Tony y yo veníamos más atrás corriendo lo que se pudiera correr y caminando lo más empinado.


En el último trayecto, Te Henga, salí unos minutos antes que el grupo. A mitad de esta sección de unas 3 horas hasta la llegada, me alcanzaron y pasaron. Ya era una meta personal para cada quien y, a pesar del apoyo que nos brindamos a lo largo del camino, cada quien quería llegar lo antes posible. Los vi distanciarse y estar hasta a unos 20 minutos de distancia, según mis cálculos.


Seguí a mi paso. De verdad que no estaba en condiciones para emparejar el paso con ellos. Yo sólo quería terminar. Es impresionante como el cuerpo ya sabe a lo que lo sometes. Yo sabía que iba a terminar aunque por fuera no diera esa impresión.

Finalmente, terminaba la sección de Te Henga. Fue lo más duro de todo el recorrido pero ya sabía que al pasarlo estaba prácticamente listo. Al final de la última subida estaba Jo. No la conocía, pero me ofreció galletas, mucho ánimo y me acompañó hasta el final del recorrido.

Los panas que ayudan no saben lo valioso que es, salvo que hayan recibido ese tipo de apoyo antes. En Venezuela, la cantidad de amigos, compañeros y hasta familiares era enorme e incomparable. Se les extraña inmensamente. No obstante, no me puedo quejar de la buena comunidad y amistades que estamos haciendo. Ese espíritu de aventura y compañerismo entre los que hacemos estas actividades no conoce fronteras y eso lo hemos comprobado aquí y en los pocos países en los que hemos echado pie en el cerro. A algunos nos obsesiona la aventura y nos gusta estar en ambos lados de ella y lo disfrutamos casi por igual. Es una sana obsesión. Es una demencia que no pensamos tratar y hasta contagiosa puede ser.

No caería el registro de la ruta. Las condiciones no eran las más apropiadas. Es muy probable que en verano, con menos lluvia, frío y barro y con más horas de luz natural, los que se propusieron esa meta lo logren. Uno solo impresionantemente llegó a 10 minutos de la marca mientras que los otros 3 estuvieron cerca de las 13 horas. Nuestro grupo llegó separado, pero por no más de 7 minutos, siendo yo el último con 15:44.

A pocos metros de la llegada en la playa de Muriwai estaba Mayde con cámara en mano y nos tomó estas imágenes al final del camino. Una cosa es cierta: ¡Definitivamente nos sentíamos mejor de lo que nos veíamos!


Para el primer trimestre del año que viene se celebrará el Ultramaratón "The Hillary" sobre la ruta y con  unos 5km de más. Sin duda, allá estaremos.

Félix
Obsessed Slowrider 

lunes, 25 de junio de 2012

El sendero Hillary, parte uno.

Todos tenemos opiniones distintas sobre quiénes son nuestros héroes. Para algunos son aquellos personajes inalcanzables, generalmente vinculados a grandes logros, y para otros son las personas cercanas las que les sirven de fuente de motivación, casi siempre familiares y amistades. En todo caso, no hay duda que el ejemplo de otros siempre es una gran fuente de inspiración. 

Hillary y Norgay camino a la cumbre de Everest
Uno de los tantos detalles que me llamó la atención al llegar a Nueva Zelanda fue la admiración que había en general por Sir Edmund Hillary, quien hasta esos momentos yo sólo conocía como el compañero del sherpa Tenzing Norgay en aquella expedición que finalmente hizo cumbre en el techo del mundo en 1953. 

No sólo se reconocía su trayectoria en el ámbito social e histórico y deportivo sino que hasta aparecía en el billete de NZ$ 5. ¡Qué refrescante ver a un deportista, filántropo y aventurero y no necesariamente a una persona en uniforme, un político o alguien de la monarquía! Su legado en la cultura kiwi es extenso. Sus frases, sus expediciones, su ímpetu, sus aportes a la comunidad, etc.

Fuente: www.arc.gov.nz
En 2010, el gobierno regional abrió un sendero de unos 75 km de distancia en la región de Auckland, muy cerca de donde Hillary solía residir. Es una caminata que generalmente toma 4 días, pero que lamentablemente (o, tal vez, afortunadamente) no ha tenido tanta cabida como una de esas épicas y famosas rutas de Nueva Zelanda. Hace poco en una reconocida revista de montañismo salió un artículo, que algunos corredores y caminantes asiduos de esta ruta tomaron como una especie de insulto, en el que se criticaba algunos aspectos de la ruta, especialmente hablaba del abundante barro que la hacía 'intransitable' y de los acantilados y partes 'técnicas' que la tornaban 'peligrosa'.

Nosotros ya habíamos corrido por algunas partes de la ruta, pero no conocíamos el sendero completo, así que para junio decidimos, junto con un par de amigas, salir a intentar correr el camino completo en tres partes. El plan consistiría de 3 salidas largas seguidas, una cada fin de semana, y mucho tiempo sentados en el carro manejando de un punto al otro.  
  

La primera salida se hizo en la sección de Arataki a Whatipu. En total fueron unos 25 km en poco menos de 5 horas. 

Centro de visitantes de Arataki. Kilómetro cero.
Tres aspectos resaltaron en esta salida:


el barro en Hamilton Track, en el que pasamos casi 1 hora para recorrer menos de 3 km,

las fuertes subidas, que me recordaron a tantos caminos verticales del Ávila


y paisajes espectaculares.

El próximo fin de semana, acordamos hacer desde Whatipu hasta Piha. Esta vez nos salieron aproximadamente 22 km en unas 3,5 horas. Los recuerdos más relevantes son:

las dunas,



la playa  (en Karekare filmaron escenas de la película 'La lección de piano')


y la imponente cascada de Kitekite.

Para finalizar, el fin de semana siguiente corrimos desde Piha hasta Muriwai. Ya conocíamos por visitas previas algunos de estos lugares, pero nunca habíamos ido en condiciones invernales. Aunque muchos por estos lares opinan que en Auckland no hay invierno, pues para unos caribeños como nosotros, el cambio de estaciones no pasa desapercibido.  En resumen fueron 31 km en 5:45 horas.

Lo más relevante fue:


la buena compañía,

el cambiante clima neozelandés (estoy seguro que vivimos 4 estaciones en una sola salida)



...y la satisfacción de terminar esta parte del proyecto (3 salidas, 14 horas, 78 km, +2383/-2556).
Los planes deportivos siguen. Mayde comienza su entrenamiento para algunas carreras pronto por definirse y yo me dispongo a intentar hacer la ruta completa del Sendero Hillary el último fin de semana de junio. Por lo menos no tendré como excusa no conocer el camino y, muy afortunadamente, me podré llevar en la ruta los buenos recuerdos de estas últimas tres semanas. 

Al bajar de la cumbre del pico más alto del planeta Hillary dijo: "¡Hemos derrotado al bastardo!" Yo sencillamente espero que el sendero que lleva su nombre y las montañas a lo largo de éste no digan lo mismo de mí.

Félix

lunes, 18 de junio de 2012

Un terreno en Rotorua

Todo mayo se nos fue entrenando para el 3D Rotorua Multisport Festival. Sería un Duatlón todo terreno. Fue un buen reencuentro con la montañera y una buena oportunidad para seguir quitándonos el óxido.

Para esa prueba, tuvimos unas 4 semanas de preparación que nos llevaron a conocer otros parques de MTB acá en Auckland, correr por algunos de nuestros senderos favoritos y hasta hacer un viaje relámpago a Rotorua para conocer la ruta de la carrera. Es un sitio que ya habíamos visitado brevemente en plan de turismo y en el que para nada me molestaría vivir si se diera la oportunidad.

En sus senderos de ciclismo de montaña, todo está muy organizado y diseñado para que el que ruede realmente disfrute. Acá en la isla norte no hay gigantescos desniveles, ya que la isla sur se los llevó todos, pero los apasionados del MTB se las arreglan para hacer y mantener unas rutas que bien pudieran considerarse entre las mejores del mundo, especialmente para los que le gusta el "singletrack". 

Aquí cuelgo un pequeño video que hizo nuestro amigo Ben, entrenador de FitnessLocker, cuando fuimos los tres a reconocer la ruta de MTB en Rotorua, la Meca del ciclismo de montaña de la isla norte, una semana antes de la carrera.



Poco a poco, hemos retomado la confianza con la montañera. Por aquello de los entrenamientos para los ultramaratones y la inseguridad en nuestro país, nos habíamos apartado casi totalmente del ciclismo de montaña. Al estar acá en Nueva Zelanda, creo que no hay excusa para no hacer las cosas. Muchas veces nos tenemos que restringir un poco porque el presupuesto que tenemos como estudiantes no es abundante, pero hemos tratado de escoger bien las pruebas y aventuras. 

Así que llegó el día de la carrera. Participaríamos en el Duatlón, una prueba individual en la que nos tocaría rodar unos 30 kilómetros por unos senderos espectaculares para luego correr 12 kilómetros por impresionantes bosques de secoyas.

La salida de uno de los 20 eventos que se celebraron durante el Festival de Multisport en el Bosque Redwoods
Era un poco extraño no hacer una carrera en equipo ni tener previsto ir juntos, pero la opción por equipos era sólo para los que hicieran la carrera "Multisport" de 50 km, que era lo mismo que hacíamos nosotros pero con una remada de 8km para comenzar y que este año nuevamente la ganarían los Usshers (Elina y Richard, campeones del mundo en carreras de aventura y en multisport) en sus respectivas categorías. 

Desde un inicio las estrategias estaban claras. Mayde sólo quería tener una buena y consistente rodada para luego dejar el resto en la parte de carrera y yo estaba un poco ambicioso. Sabía que la ruta tendría secciones técnicas que presumía que me pudieran favorecer un poco y sabía que estaba corriendo mejor que en los últimos años en distancias cortas. Así que me dispuse a soltar los frenos en la bici y correr con todo en el trote y, tal vez, no llegar tan atrás en la general.

Lamentablemente, ni siquiera llegué a la parte de carrera. La primera subida en la bici me la tomé con calma para calentar bien y la segunda y más larga la hice con bastante estrategia, apretando el paso donde ya sabía que podía hacerlo (gracias al reconocimiento que hicimos la semana anterior). 

Al llegar al sendero técnico, pues me dispuse a ponerle bastante. En cuestión de pocos minutos había pasado a varios competidores y me sentía muy bien.  Llegó un momento en el que ya no pasaba gente y no oía bicicletas cerca y pensé que tal vez era que estaba aflojando el paso. Me dispuse a tratar de rodar aún más duro y arriesgar más, pero llegó un momento en el que sentí que ya estaba excediendo los límites de mi capacidad. No pasaron más de un par de minutos para que "comprara un terreno" en Rotorua.

Así fue. Al salir de una curva cerrada y agarrar una bajada en sentido opuesto, se me cruzó el volante y directo al piso fui a dar. Fue un golpe en seco: primero el casco y luego el hombro. Inmediatamente, intenté pararme y montarme en la bici, pero tan pronto lo hice el casco se me vino hacia adelante y el brazo derecho flaqueó, ambas pantorrillas se acalambraron y caí nuevamente al piso. Si fuera una comiquita, seguramente hubiera tenido unos pajaritos cantando y volando en círculo sobre la cabeza. 

Esperé un buen rato antes de que pasaran otros ciclistas y, con el camino despejado, intenté nuevamente seguir, pero me estaba costando y tuve que salir, medio caminando y medio rodando, del sendero y esperar otro poco más. Estuve un buen tiempo sentado mientras evaluaba la lesión y pensaba qué hacer. Ante todo me gusta terminar las carreras, salga o no el plan que me hubiera trazado antes. Aparentemente, no tenía nada roto, aparte del orgullo un poco resquebrajado, pero simplemente no podía apoyar el brazo en el manubrio. 

Decidí esperar otros minutos hasta que pasara Mayde y luego intentar seguir tras ella y llegar a la zona de transición juntos. Me puse a un costado para que no me viera al pasar y se preocupara, conversé con otro accidentado más que resultó ser un chef de la TV local y, cuando pasó la jefa, intenté seguir sólo para dar dos pedaleadas y pararme nuevamente. El dolor era peor. Alguien de la organización se me acercó y, con toda la pena del mundo y la rabia de cuando las cosas salen mal, me tuvieron que trasladar hasta la zona de llegada.

En resumidas cuentas, tengo una luxación acromioclavicular de 1er grado, es decir, una separación leve de hombro. Suena serio, pero no lo es. Tan sólo un poco de fisioterapia y un tiempito sin rodar y otro más sin caerme y quedaré como nuevo. De hecho, al escribir esto ya llevo dos semanas con el reto que nos trazamos para junio, sobre el cual contaré en la próxima entrada.

Mayde tuvo una carrera muy buena. En la bici no tuvo inconvenientes aunque me comentó que le pudo haber ido mejor. Yo creo que al terminar la ruta sin novedad y participar nuevamente en una carrera de MTB con una ruta técnica, después de casi 4 ó 5 años, ya fue un éxito. En el trote hizo lo suyo, recuperó unos cuantos puestos en su categoría y se sintió bien.


Para Mayde fue la culminación de un sólido ciclo de entrenamiento y para mí otro aprendizaje. La aventura continúa y, aunque levemente golpeado, estoy sumamente emocionado de ver cómo resultan los planes que estamos llevando a cabo este junio y que requieren nuevamente recorrer muchos kilómetros por el monte.


Félix
Pseudo Topógrafo Involuntario