domingo, 11 de noviembre de 2012

4 carreras en 3 fines de semana

Primera carrera: Maratón de Auckland. 28 de octubre.

¡Qué rápido pasa el tiempo! Hace apenas un año llegábamos a Nueva Zelanda. El prepararse para comenzar una nueva vida nos dejó sin tiempo para entrenar, pero de todas formas hicimos el maratón en aquella oportunidad. 

Ahora, 12 meses más tarde, corrimos nuevamente. 


Tuvimos una mejor preparación, en definitiva, pero creo que el cambio en líneas generales nos ha ayudado bastante tanto en lo deportivo como en lo personal. Todavía esperamos que se nos den las mejoras en lo profesional, pero eso ya vendrá. Tal como seguir un plan de entrenamiento, hay que mantener la constancia y ponerle gran esfuerzo y al final los frutos se ven.

No sé qué aplaude Batman. ¡A pesar de tanto entrenar, sigo pisando con el talón!
En fin, un día espectacular. Una carrera muy bien organizada y, por nuestra parte, bajamos 11 minutos y 20 minutos nuestros tiempos del año pasado, esta vez como "locales". 

Mayde contenta con su medalla y su marca personal.

Segunda carrera: Waiheke Grazed Knee Off-Road 10K. 4 de noviembre.

Se acercaba nuestro quinto aniversario. No teníamos grandes planes, sólo unas botellitas de vino listas  y un fuerte deseo de no hacer nada que tuviera que ver con deportes. Al fin y al cabo, nos estábamos recuperando todavía del maratón. ¡Cómo pasa factura el asfalto!

A última hora, nos invitaron a ir a la espectacular isla de Waiheke (la cual en enero habíamos bautizado como "Wineheke" por las numerosas botellas de vino que nos bajamos en ese primer viaje). Así que, pensando más en el vino post-carrera que en la prueba en sí, aceptamos participar. Era una oportunidad de viajar nuevamente a un lugar precioso, reconciliarnos con la tierrita y pasar la tarde de viñedo en viñedo.


Nos montamos en el ferry y al rato llegamos a Waiheke. Nos reunimos con la gente de la empresa con la que trabajo actualmente, quienes patrocinaron el evento. 

Al rato, se daba la partida y comenzamos a soltar piernas. Eran dos vueltas de 5km por una ruta fenomenal, llena de subidas y bajadas cortas, algo de barro y vistas espectaculares. En algún momento de la carrera, nos dijimos cosas muy bonitas y hasta besos y abrazos y ojos aguarapaos hubo en plena ruta. Por más que quisiéramos, no podíamos pasar el aniversario sin andar metidos en el monte.

En la segunda vuelta, a Mayde se le olvidó que estábamos en recuperación del maratón y montó su paso. Alcanzamos a varios y en la subida final, teníamos cerca a una corredora que se veía bastante fuerte, quien se percató que estábamos cerca y apretó el paso en la bajada. Sin perderla de vista, Mayde llegó al plano e hizo lo suyo. Venía de entrenar plano/ruta durante 4 meses y ahora le sentaba bien ese tipo de terreno. Faltando menos de 500 metros, será por no haber corrido en tierra durante un tiempo o más bien por vieja costumbre e impelable tradición, Mayde cayó al piso producto de una torcedura de tobillo. Al fin de cuentas, llegó a la meta a menos de un minuto de la ganadora. Por estar vinculada al patrocinante, tuvo que diferir su inesperado premio.


El dolor de tobillo milagrosamente desapareció al salir del primer viñedo. Otro inolvidable aniversario.

¡Celebrando los primeros 5 años!
Tercera carrera: Steelman & Ironmaiden Multisport Festival. 10 de noviembre.

Me había retirado del Ultramaratón de 58km que tenía previsto para esta fecha. Me parecía que, si mi meta a largo plazo era hacer la Speight's Coast to Coast, pues tenía que desde ya enfocarme en ello. Además, Mayde también tenía que concentrarse en su preparación para su medio Ironman a finales de enero.
Primera etapa. No, no está en el lado contrario de la vía.
Mayde rodó la primera etapa, 34 kilómetros de bicicleta de ruta. Entre semana habíamos hecho el recorrido y sabíamos que no iba a ser nada fácil. Muchas subidas en la primera mitad y una segunda parte totalmente plana pero con bastante brisa en contra. Afortunadamente, para el plano se consiguió a un par de ciclistas con ritmo similar e hicieron un buen trabajo en grupo hasta el final de la etapa.


Ahí la esperaba yo con mi Lancha Nueva Esparta. Mi kayac es estable y está hecho para el mar; no es un bote rápido ni de los habituales que se usan en este tipo de pruebas. Lo compré con la Coast to Coast en mente porque siento que voy a necesitar toda la estabilidad posible para poder recorrer y sobrevivir los rápidos de esa carrera en febrero. 

Quería hacer una buena etapa porque he podido entrenar un poco con el bote y me he sentido bien y he mejorado considerablemente. ¡Al fin iba a poder hacer una carrera con el Yellow Submarine! Sin embargo, fue un poco frustrante remar como nunca pero a duras penas alcanzar a tres o cuatro competidores. La diferencia en tipo de kayac era notable; creo que no había más de 5 botes como el mío y el resto eran piraguas mucho más veloces. Como el agua era relativamente tranquila, la estabilidad que me daba mi peñero de plástico no valía medio. El único consuelo fue recortarle 10 minutos a mi compañero de paleo y las 5 ampollas que me quedaron como muestra de que no iba paseando.

Al llegar al final de la etapa, por ningún lado conseguía a mi equipo de apoyo, es decir, a Mayde. Me monté el bote en el hombro y salí corriendo como loco. ¡Resulta que mi querida esposa estaba ayudando y aupando a mi compañero de remadas y compartiendo con su equipo de apoyo y se había olvidado momentáneamente de mí!


Finalmente apareció Mayde al rescate.

El resto de la transición fue fluida y salí con el mencionado pana Aaron a la etapa de montañera (27 km). No sabía qué esperar. No he rodado casi en ruta y mucho menos en montañera. Pensé que mi amigo me iba a dejar botado casi inmediatamente. Lo único en lo que le pudiera sacar algo de ventaja es en el remo, pero en esta oportunidad creo que venía un poco tocado. Avanzamos lado a lado hasta que me detuve porque se me cayó un gel. Aaron se paró también y ahí quedó claro que íbamos a tratar de ir juntos. Pensaba que iba a ser ardua tarea para mí aguantar el paso, especialmente porque no quería llegar reventado al trote.

Montamos un paso constante. La ruta fue bien variada: bosques de pino (parecidos a los de la USB), playa, montaña y granjas. Un par de caídas, una por participante, producto de la arena, pero nada grave. Llegamos a la transición y de ahí salimos a correr juntos. 

Cabe resaltar que este pana me saca aproximadamente 50 minutos en un maratón. Pero, en este día, él había hecho una etapa más que yo (la bici inicial que hizo Mayde) y yo me sentía animado.

Una de las cosas que más me impresiona de este país es que, cuando y donde menos te lo esperas, consigues lugares impresionantemente bellos. Creo que eso hizo la ruta más placentera. Apretamos el paso hasta donde se pudo y, con un tácito pacto de caballeros, llegamos a la meta y marcamos al mismo tiempo. El sistema de chip consistía en un dispositivo que se llevaba tipo anillo y se hundía en cada transición, al igual que en la llegada. 


Un buen entrenamiento para Mayde en cuanto a la bici y como apoyo para la carrera de febrero y un poco de sorpresa por mi parte al sentirme tan bien en una carrera larga y fuerte, sin haber estado entrenando precisamente para ello. El camino hacia la Coast to Coast se ve levemente más claro. 

Cuarta carrera: Cure Kids Walk on the Wild Side 17 km. 11 de noviembre.

Nuevamente la empresa en la que estoy trabajando nos invitó a participar en un evento. La carrera era en beneficio de una fundación que recauda fondos para la investigación en el área de enfermedades infantiles. Mejor causa, imposible.


Tenía las piernas tocadas de ayer, pero pensaba que era importante correr con algo de cansancio residual. Todavía no sé si voy a hacer la C2C en uno o dos días y, en todo caso, debo entrenar para cualquiera de las dos opciones.

Íbamos a recorrer parte del Sendero Hillary, en efecto, los 10 kilómetros más fuertes. Salimos por unas granjas privadas y caminos de vaca con terreno bastante inestable. Hubo un par de cruces de quebradas y subidas que me recordaron a las carreras de aventura. De hecho, en un bosque de estos sin senderos, en el que había que prácticamente escalar y abrir ruta, nos alcanzó una corredora que se veía bien diestra en terrenos técnicos.

Se abrió un poco el camino y Mayde le pudo sacar ventaja. Al pasar por los puestos con voluntarios, nos dábamos cuenta que la gente aplaudía a Mayde muy efusivamente. Los kiwis son panas, bien panas, pero muy poco efusivos. Un poco más adelante, le dicen "First girl!" y un poquito más allá "Leading lady!". Más vale que no. Llegamos al temido Te Henga, los últimos 10 km, un sendero que siempre nos toma aproximadamente 2 horas. Mayde iba corriendo bien, bajando como hace años cuando sólo corríamos en tierra y subiendo como cabra. Terminamos Te Henga en poco menos de 1 hora 20 y de ahí a la llegada.

Mayde fue la primera mujer en cruzar la meta. Obviamente, no era una carrera con las mejores corredoras y la causa benéfica era lo más importante, pero debo admitir que fue emocionante verla correr así.


Este fin de semana que viene tenemos una carrera corta en equipos (Mayde correrá y luego rodará en ruta y yo haré la MTB y el remo) y luego tomaremos una semana de recuperación activa para luego poder dedicarnos de lleno a entrenar para nuestras respectivas pruebas de 2013. 

Fines de semanas intensos. Siento que posiblemente estemos recogiendo los frutos de haber entrenado bien para el maratón y haber pulido varios detallitos, especialmente el tema de la alimentación. 

Lo bailado, nadie lo quita. Lo vivido es lo que más vale. Nadie ha perecido por sobredosis de endorfinas.

Félix