martes, 10 de julio de 2012

LDL: Lección de lecciones

"Dime lo que comes y te diré de lo que padeces" dice el dicho. Tal vez no sea del todo cierto, pero una cosa sí es verídica para los atletas: mientras mejor comas, mejor rendirás.

Es muy común que uno tome el hecho de hacer alguito de deporte como una licencia para comer lo que sea. Para muchos, comenzar a entrenar representa, en vez de bajar de peso, un aumento en la balanza debido al efecto de compensación a la hora de reponer la energía gastada en esos primeros entrenamientos.

¿La luz al final de túnel? 
Para Mayde y para mí siempre ha sido una batalla estar a un peso adecuado o, más importante que ello, tener un índice de grasa corporal propicio para las actividades que practicamos. En las épocas en las que más entrenábamos no necesariamente veíamos los mejores resultados en este ámbito. 

Una de las ventajas que hemos notado desde venirnos para Nueva Zelanda es que la calidad de alimentos nos ha mejorado increíblemente. Además, estamos comiendo más de 90% de las comidas en casa, preparadas a nuestro gusto y con los ingredientes que nosotros queremos. También, el hecho de tener una menor actividad social hacía que evitáramos muchos de los excesos en los que incurríamos allá en Venezuela.

Ambos perdíamos peso sanamente, a pesar del poco volumen de entrenamiento, y nos sentíamos bien en líneas generales. De hecho, los índices de grasa corporal estaban acercándose a los ideales, el vo2 max estaba mejor que nunca y las pulsaciones en reposo mostraban el mejor registro de los últimos 8 años. Y, por encima de todo, estábamos rindiendo más que nunca a pesar de ya no entrenar tanto. 

Sin embargo, recientemente tuve que mandarme a hacer pruebas médicas para efectos migratorios y mi gran sorpresa fue salir reprobado, raspado y aplazado; y la razón fue como un gran insulto e iba en contra de lo que estábamos viendo pasar con nuestros cuerpos y rendimiento deportivo: ¡mis volúmenes de colesterol estaban por el techo!

En resumen, el LDL (el colesterol "malo") era de 4,3, muy por encima del 3,4 considerado óptimo y, lo peor, el colesterol total era de 6,4 mmol/L cuando el máximo rango permitido era de 5,0 mmol/L. Ambos eran valores exorbitantes y, pensaba en ese momento, inexplicables. Otra cosa que fue como meter el dedo en la llaga fue la recomendación general que me dio el analista: "Deja de comer mal y haz algo de ejercicio".  De pana que me quedé tan asombrado o indignado que ni le pude dar otra respuesta que "Ok". Raras son las veces en las que me faltan las palabras, aunque no siempre sean acertadas o sutiles.

La gente de migraciones suspendió mi solicitud de visa y me dio un plazo de 2 semanas para intentar bajar los niveles y tomar la prueba nuevamente y obtener resultados dentro de los rangos normales. También eso me pareció absurdo. ¿Cómo coño iba a lograr soberana vaina en apenas un par de semanas?

Me dispuse a leer todo lo que conseguía sobre bajar el colesterol. Aparte de ello, pero con menor importancia, estaba mi intento de hacer el Sendero Hillary de un solo golpe. ¿Cómo carajo iba a hacer un esfuerzo físico de esa forma si iba a tener que estar prácticamente famélico?

Sin duda que el estrés y la historia familiar pudieran ser la causa principal de esos resultados, pero de igual forma decidí revisar la dieta. Sabía que las porciones, por más sana que fuera la comida, tenían un papel importante. Además, mientras más leía, más veía fallas o áreas para mejorar los hábitos a la hora de comer.

Sin tener mucha esperanza de lograr la meta dentro del tiempo previsto, me dispuse a hacer el intento porque, coño, sin visa todo nuestro nuevo plan de vida quedaba anulado. 

Lo primero fue aceptar que no estaba comiendo idealmente y aceptar que siempre se podía mejorar. De ahí, con la gran ayuda de Mayde, me propuse a mejorar la comida drásticamente.

Aquí resumo un poco los cambios durante esos 15 días:

- Cero quesos grasos. En mi caso, suelo comer queso en casi cada comida y no tengo duda que esa era la fuente principal de grasa.

- Una pausa con las carnes rojas. La calidad de la carne acá en NZ es fenomenal. Desde la carne de ternera hasta nuestra nueva adicción: el cordero. Eliminarla momentáneamente no fue gran cosa porque no comíamos tanta de todas formas.

- Leche de soya baja en grasa. Para ser sincero, no me disgustó el cambio. No fue tan malo como pensaba.

- Menos carbohidratos y azúcar. Nada; obvio ¿no? Reducir las porciones.

- Disminuir el consumo de alimentos procesados. No fue tan difícil porque era poca la cantidad que comíamos.

- Más frutas y vegetales. Si bien ya ingeríamos bastantes, ahora iban a ser los protagonistas de nuestra dieta. Optamos por incorporar otras frutas y variar aún más los vegetales.

- Más pescado. Pues, lo que más o menos comíamos de carnes rojas lo suplantamos con pescado y agregamos todavía más. Yo diría que hicimos como 5 ó 6 comidas a la semana con pescado. 

- Eliminar el café y el chocolate. Claro, un poco obvio también. El café no era tanto el rollo sino el azúcar que lo acompañaba. Chocolate sólo comía oscuro y en pocas cantidades, pero también lo iba a tener que sacrificar si quería tener éxito.

- Hacer una evaluación de la composición de cada comida y pensar en las comidas del día y más o menos qué comía en exceso o de menos durante ese día.

Sé que todos estos cambios pueden parecer algo drásticos, pero yo no tenía otra opción que ser radical; no tenía tiempo y los valores que presenté inicialmente eran extremadamente altos. Pienso que tal vez, gran parte del problema es que nos cuesta aceptar que estamos haciendo las cosas mal. Es una especie de negación y, a veces, hasta excesiva comodidad. Si bien yo pensaba que comía muy bien y que había mejorado desde que me mudé para acá, pues los resultados de las pruebas decían lo contrario. 

Seguí el regimen y muy rápidamente me acostumbré a comer aún mejor. El mismo día en que haría el intento al Sendero Hillary (76,5 km y +2500m/-2500m), ayuné y fui, sin creer tener mucho chance, a que me sacaran la sangre.  Quise hacerlo así porque no sabía qué efecto pudiera tener sobre el colesterol correr durante 15 horas y pico alimentándome de gels, electrolitos y barras energéticas y demás cosas que uno suele comer al hacer larga distancia.

En Te Henga, a pocas horas de finalizar el Sendero Hillary.

El resultado fue el siguiente:

- Colesterol total: bajó de 6,4 a 5,1 (rango ideal era 5,0 ó menos).
- Triglicéridos: bajaron de 1,4 a 1,0 (estaban ya por debajo del máximo de 2, pero la mejora vale acotarla).
- HDL (colesterol "bueno"): se mantuvo igual y dentro del rango.
- LDL (colesterol "malo"): bajó de 4,3 a 3,2 (rango ideal era menos de 3,4).
- La proporción de Chol/HDL bajó de un aceptable pero un tanto alto 4,3 a 3,4 (rango ideal menor a 4,5).
- ¡Visa aprobada!

Una pequeña recompensa. Todo en moderación.
Durante esas 2 semanas, no bajé casi la cantidad de alimentos. Es decir, todavía comía un montón, simplemente que lo que comía era todo óptimo, un tanto lógico y especialmente balanceado. Debo admitir que durante la primera semana el humor fue un verdadero desastre.  ¡Qué tipo tan amargado, por favor denle una hamburguesa!  Pero hasta eso mejoró a los días. 

Mi otra preocupación era el rendimiento deportivo. Pero, me seguía sintiendo bien en los entrenamientos y, lo mejor del caso, pude afrontar y terminar la ruta sin mayor novedad en cuanto a energía. Al final, estaba reventado, pero para ello no había dieta que me ayudara sino haber estado más entrenado. 

Hoy -- con visa en mano, otros tres kilos sanamente eliminados y reto (deportivo y médico) cumplido -- he decidido seguir con las medidas de arriba, tal vez de forma menos radical pero sí consistentemente.  Sé lo fácil que uno puede caer en malos hábitos nuevamente pero, afortunadamente, no estoy sólo en esto:  Sin el apoyo de Mayde en todo sentido, ni remotamente lo hubiera logrado y estos ajustes nos benefician a ambos.

¡Auckland!

Nada he dicho y, en realidad, poco he pensado en el alto riesgo para la salud que representa tener los niveles de colesterol que presenté en la primera prueba. Hacer ejercicio, un poco o por montón, no es una panacea ni un chaleco antibalas. Si bien es gran parte de la ecuación para mantener una buena salud, hay otros factores que se deben tomar en cuenta. El alto colesterol está presente en la historia médica de mi familia y nada puedo hacer contra ese hecho; lo que sí está totalmente en mis manos es no empeorar el asunto. 

Lección aprendida.

Félix

2 comentarios:

  1. Muy bueno Félix, Ya no sólo eres un especialista en alimentación deportiva, ahora también en alimentación del día a día :-) muy interesante el post, a ver si yo también me pongo las pilas con la alimentación.

    Saludos desde Canarias.
    Isidro.

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    1. Hola Isidro. De verdad que siempre se puede mejorar. Ya estoy viendo resultados y ahora a la puerta de los 40 no me queda otra, jaja. ¿Cómo van las cosas por la isla? Un abrazo.

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