lunes, 25 de junio de 2012

El sendero Hillary, parte uno.

Todos tenemos opiniones distintas sobre quiénes son nuestros héroes. Para algunos son aquellos personajes inalcanzables, generalmente vinculados a grandes logros, y para otros son las personas cercanas las que les sirven de fuente de motivación, casi siempre familiares y amistades. En todo caso, no hay duda que el ejemplo de otros siempre es una gran fuente de inspiración. 

Hillary y Norgay camino a la cumbre de Everest
Uno de los tantos detalles que me llamó la atención al llegar a Nueva Zelanda fue la admiración que había en general por Sir Edmund Hillary, quien hasta esos momentos yo sólo conocía como el compañero del sherpa Tenzing Norgay en aquella expedición que finalmente hizo cumbre en el techo del mundo en 1953. 

No sólo se reconocía su trayectoria en el ámbito social e histórico y deportivo sino que hasta aparecía en el billete de NZ$ 5. ¡Qué refrescante ver a un deportista, filántropo y aventurero y no necesariamente a una persona en uniforme, un político o alguien de la monarquía! Su legado en la cultura kiwi es extenso. Sus frases, sus expediciones, su ímpetu, sus aportes a la comunidad, etc.

Fuente: www.arc.gov.nz
En 2010, el gobierno regional abrió un sendero de unos 75 km de distancia en la región de Auckland, muy cerca de donde Hillary solía residir. Es una caminata que generalmente toma 4 días, pero que lamentablemente (o, tal vez, afortunadamente) no ha tenido tanta cabida como una de esas épicas y famosas rutas de Nueva Zelanda. Hace poco en una reconocida revista de montañismo salió un artículo, que algunos corredores y caminantes asiduos de esta ruta tomaron como una especie de insulto, en el que se criticaba algunos aspectos de la ruta, especialmente hablaba del abundante barro que la hacía 'intransitable' y de los acantilados y partes 'técnicas' que la tornaban 'peligrosa'.

Nosotros ya habíamos corrido por algunas partes de la ruta, pero no conocíamos el sendero completo, así que para junio decidimos, junto con un par de amigas, salir a intentar correr el camino completo en tres partes. El plan consistiría de 3 salidas largas seguidas, una cada fin de semana, y mucho tiempo sentados en el carro manejando de un punto al otro.  
  

La primera salida se hizo en la sección de Arataki a Whatipu. En total fueron unos 25 km en poco menos de 5 horas. 

Centro de visitantes de Arataki. Kilómetro cero.
Tres aspectos resaltaron en esta salida:


el barro en Hamilton Track, en el que pasamos casi 1 hora para recorrer menos de 3 km,

las fuertes subidas, que me recordaron a tantos caminos verticales del Ávila


y paisajes espectaculares.

El próximo fin de semana, acordamos hacer desde Whatipu hasta Piha. Esta vez nos salieron aproximadamente 22 km en unas 3,5 horas. Los recuerdos más relevantes son:

las dunas,



la playa  (en Karekare filmaron escenas de la película 'La lección de piano')


y la imponente cascada de Kitekite.

Para finalizar, el fin de semana siguiente corrimos desde Piha hasta Muriwai. Ya conocíamos por visitas previas algunos de estos lugares, pero nunca habíamos ido en condiciones invernales. Aunque muchos por estos lares opinan que en Auckland no hay invierno, pues para unos caribeños como nosotros, el cambio de estaciones no pasa desapercibido.  En resumen fueron 31 km en 5:45 horas.

Lo más relevante fue:


la buena compañía,

el cambiante clima neozelandés (estoy seguro que vivimos 4 estaciones en una sola salida)



...y la satisfacción de terminar esta parte del proyecto (3 salidas, 14 horas, 78 km, +2383/-2556).
Los planes deportivos siguen. Mayde comienza su entrenamiento para algunas carreras pronto por definirse y yo me dispongo a intentar hacer la ruta completa del Sendero Hillary el último fin de semana de junio. Por lo menos no tendré como excusa no conocer el camino y, muy afortunadamente, me podré llevar en la ruta los buenos recuerdos de estas últimas tres semanas. 

Al bajar de la cumbre del pico más alto del planeta Hillary dijo: "¡Hemos derrotado al bastardo!" Yo sencillamente espero que el sendero que lleva su nombre y las montañas a lo largo de éste no digan lo mismo de mí.

Félix

lunes, 18 de junio de 2012

Un terreno en Rotorua

Todo mayo se nos fue entrenando para el 3D Rotorua Multisport Festival. Sería un Duatlón todo terreno. Fue un buen reencuentro con la montañera y una buena oportunidad para seguir quitándonos el óxido.

Para esa prueba, tuvimos unas 4 semanas de preparación que nos llevaron a conocer otros parques de MTB acá en Auckland, correr por algunos de nuestros senderos favoritos y hasta hacer un viaje relámpago a Rotorua para conocer la ruta de la carrera. Es un sitio que ya habíamos visitado brevemente en plan de turismo y en el que para nada me molestaría vivir si se diera la oportunidad.

En sus senderos de ciclismo de montaña, todo está muy organizado y diseñado para que el que ruede realmente disfrute. Acá en la isla norte no hay gigantescos desniveles, ya que la isla sur se los llevó todos, pero los apasionados del MTB se las arreglan para hacer y mantener unas rutas que bien pudieran considerarse entre las mejores del mundo, especialmente para los que le gusta el "singletrack". 

Aquí cuelgo un pequeño video que hizo nuestro amigo Ben, entrenador de FitnessLocker, cuando fuimos los tres a reconocer la ruta de MTB en Rotorua, la Meca del ciclismo de montaña de la isla norte, una semana antes de la carrera.



Poco a poco, hemos retomado la confianza con la montañera. Por aquello de los entrenamientos para los ultramaratones y la inseguridad en nuestro país, nos habíamos apartado casi totalmente del ciclismo de montaña. Al estar acá en Nueva Zelanda, creo que no hay excusa para no hacer las cosas. Muchas veces nos tenemos que restringir un poco porque el presupuesto que tenemos como estudiantes no es abundante, pero hemos tratado de escoger bien las pruebas y aventuras. 

Así que llegó el día de la carrera. Participaríamos en el Duatlón, una prueba individual en la que nos tocaría rodar unos 30 kilómetros por unos senderos espectaculares para luego correr 12 kilómetros por impresionantes bosques de secoyas.

La salida de uno de los 20 eventos que se celebraron durante el Festival de Multisport en el Bosque Redwoods
Era un poco extraño no hacer una carrera en equipo ni tener previsto ir juntos, pero la opción por equipos era sólo para los que hicieran la carrera "Multisport" de 50 km, que era lo mismo que hacíamos nosotros pero con una remada de 8km para comenzar y que este año nuevamente la ganarían los Usshers (Elina y Richard, campeones del mundo en carreras de aventura y en multisport) en sus respectivas categorías. 

Desde un inicio las estrategias estaban claras. Mayde sólo quería tener una buena y consistente rodada para luego dejar el resto en la parte de carrera y yo estaba un poco ambicioso. Sabía que la ruta tendría secciones técnicas que presumía que me pudieran favorecer un poco y sabía que estaba corriendo mejor que en los últimos años en distancias cortas. Así que me dispuse a soltar los frenos en la bici y correr con todo en el trote y, tal vez, no llegar tan atrás en la general.

Lamentablemente, ni siquiera llegué a la parte de carrera. La primera subida en la bici me la tomé con calma para calentar bien y la segunda y más larga la hice con bastante estrategia, apretando el paso donde ya sabía que podía hacerlo (gracias al reconocimiento que hicimos la semana anterior). 

Al llegar al sendero técnico, pues me dispuse a ponerle bastante. En cuestión de pocos minutos había pasado a varios competidores y me sentía muy bien.  Llegó un momento en el que ya no pasaba gente y no oía bicicletas cerca y pensé que tal vez era que estaba aflojando el paso. Me dispuse a tratar de rodar aún más duro y arriesgar más, pero llegó un momento en el que sentí que ya estaba excediendo los límites de mi capacidad. No pasaron más de un par de minutos para que "comprara un terreno" en Rotorua.

Así fue. Al salir de una curva cerrada y agarrar una bajada en sentido opuesto, se me cruzó el volante y directo al piso fui a dar. Fue un golpe en seco: primero el casco y luego el hombro. Inmediatamente, intenté pararme y montarme en la bici, pero tan pronto lo hice el casco se me vino hacia adelante y el brazo derecho flaqueó, ambas pantorrillas se acalambraron y caí nuevamente al piso. Si fuera una comiquita, seguramente hubiera tenido unos pajaritos cantando y volando en círculo sobre la cabeza. 

Esperé un buen rato antes de que pasaran otros ciclistas y, con el camino despejado, intenté nuevamente seguir, pero me estaba costando y tuve que salir, medio caminando y medio rodando, del sendero y esperar otro poco más. Estuve un buen tiempo sentado mientras evaluaba la lesión y pensaba qué hacer. Ante todo me gusta terminar las carreras, salga o no el plan que me hubiera trazado antes. Aparentemente, no tenía nada roto, aparte del orgullo un poco resquebrajado, pero simplemente no podía apoyar el brazo en el manubrio. 

Decidí esperar otros minutos hasta que pasara Mayde y luego intentar seguir tras ella y llegar a la zona de transición juntos. Me puse a un costado para que no me viera al pasar y se preocupara, conversé con otro accidentado más que resultó ser un chef de la TV local y, cuando pasó la jefa, intenté seguir sólo para dar dos pedaleadas y pararme nuevamente. El dolor era peor. Alguien de la organización se me acercó y, con toda la pena del mundo y la rabia de cuando las cosas salen mal, me tuvieron que trasladar hasta la zona de llegada.

En resumidas cuentas, tengo una luxación acromioclavicular de 1er grado, es decir, una separación leve de hombro. Suena serio, pero no lo es. Tan sólo un poco de fisioterapia y un tiempito sin rodar y otro más sin caerme y quedaré como nuevo. De hecho, al escribir esto ya llevo dos semanas con el reto que nos trazamos para junio, sobre el cual contaré en la próxima entrada.

Mayde tuvo una carrera muy buena. En la bici no tuvo inconvenientes aunque me comentó que le pudo haber ido mejor. Yo creo que al terminar la ruta sin novedad y participar nuevamente en una carrera de MTB con una ruta técnica, después de casi 4 ó 5 años, ya fue un éxito. En el trote hizo lo suyo, recuperó unos cuantos puestos en su categoría y se sintió bien.


Para Mayde fue la culminación de un sólido ciclo de entrenamiento y para mí otro aprendizaje. La aventura continúa y, aunque levemente golpeado, estoy sumamente emocionado de ver cómo resultan los planes que estamos llevando a cabo este junio y que requieren nuevamente recorrer muchos kilómetros por el monte.


Félix
Pseudo Topógrafo Involuntario